Durante un buen tiempo muchos pensábamos que era imposible ganarle al Barza. Que poseer el manejo de la pelota como ellos lo hacían, no permitía a sus contrincantes, ni siquiera, entrar en la competencia, en el juego.
Pensemos que en la historia de la humanidad muchas veces sucedió que quienes “poseían”, hacían creer a los demás que eran invencibles y que el resto….quedaba fuera del juego.
Sin embargo, este esquema no dura para siempre, por eso el Barza además de ganar, empata y pierde.
Quizá la “posesión” más importante sea la de la palabra. Por ahí comienza todo, luego devendrá la influencia, el poder, el dinero, los medios, etc., etc.
La democracia aún tan defectuosa como es, nos da la chance de sostener o corregir “los decires y los haceres” de nuestros representantes.
Las organizaciones (con o sin fines de lucro) son más rápidas que los gobiernos y las sociedades para aprender que, no sólo hay que poner atención a qué se dice y cómo se dice, sino a los resultados que se obtienen: lo que se hace.
Por eso creo que hablar lindo, mucho, poseer la palabra y repetirlas hasta el cansancio, no es igual a la verdad, ni a ser eficiente, ni a conseguir resultados.