Algunos reconocerán la frase “…todo tiene que ver con todo…” (¡gracias Pancho Ibañez!). Lo que narro a continuación es una de esas historias entrelazadas.
Días atrás hablando con un CEO, le contaba que en opinión de un especialista en sistemas de valuación de puestos, las exigencias de un puesto gerencial debían ser analizadas (entre otras cosas) por los recursos que gestiona. Dichos recursos los dividía en las siguientes cuatro categorías: Recursos de Información, Recursos Financieros, Recursos de Activos y Recursos Humanos.
Más allá de las últimas novedades en los sistemas de evaluación de funciones, hay importantes distingos entre cada una de las mencionadas categorías, y en mi opinión deberíamos sumar una quinta categoría. Veamos:
Tiendo a pensar que la relevancia del Recurso Información, es algo menor respecto de las restantes. Con información (y con mejor información más aún) debiéramos tomar mejores decisiones, pero a veces tenemos que tomarlas con “la disponible” (sobre esto volveremos).
Respecto de los Recursos Humanos: no es lo mismo influir sobre un grupo de 10 personas que nos reportan directamente que influir (liderar, guiar, conseguir resultados) a equipos de cientos de personas, con sus líneas jerárquicas, dispersión geográfica y/o diversidad cultural.
Y en cuanto a los Activos y los Financieros también tienen sus particularidades, no solo por su valor, sino también por el riesgo, volatilidad, complejidad, etc. etc.
Un momento por favor… ya estamos llegando al motivo del título…
El recurso faltante en la “ecuación de valuación”, algo así como el Quinto Elemento (y no es una película…) es el Recurso TIEMPO.
Una decisión que no se toma a tiempo es casi siempre, un resultado que no es el esperado y que generará insatisfacción en alguien.
Y esto se aplica tanto a la actividad privada como a la actividad pública.
Un producto que no se realiza a tiempo; un plano que no llega a la obra a tiempo; camiones que no descargan su mercadería a tiempo en los puertos; los que demoran (por desidia) en atender a quienes esperan. Todos estos ejemplos en la actividad privada generan insatisfacción en un cliente, costos por reprocesos o multas.
Por otra parte, en la actividad pública tenemos jueces que demoran casi hasta la eternidad dirimir conflictos; legisladores que demoran el tratamiento de leyes importantes y todos conocemos la inacción de los distintos poderes ejecutivos que conforman una Nación. En todos estos casos, a los ciudadanos sólo nos queda “evaluar el desempeño” a través del voto y exigir todo lo que podamos.
El TIEMPO es en mi opinión el recurso por excelencia. Los demás (información, financieros, activos y humanos) “casi” que pueden ser reemplazados. EL TIEMPO perdido es muchísimo más difícil de recuperar. Probablemente podamos tomar acciones para “mitigar la pérdida” y, mucho mejor aún, “ganarlo” cuando podemos anticiparnos.
Finalmente creo que como sociedad, tanto en los ámbitos privados como públicos, debemos distinguir, reconocer y premiar a quienes nos dan soluciones o respuestas a nuestras expectativas porque tienen en consideración NUESTRO TIEMPO como clientes, ciudadanos o vecinos.
Hay momentos en los cuales se debe ir a fondo, tomando riesgos, DECIDIENDO a TIEMPO, poniendo en juego la responsabilidad y autoridad que se nos ha delegado en el ámbito que fuere. Si no lo hiciéramos, ¿habremos alcanzado nuestro nivel de incompetencia? (principio de Peter).